Calma chicha


Semana 13. Del lunes 2 de mayo al domingo 8 de mayo
Ya superamos las Malvinas, siempre reinvindicadas como argentinas y con rumbo NE avanzamos durante el primer tercio de la semana con buenos vientos portantes. Los distantes ecos de los arrabales porteños, el tango de la calle Caminito, las milongas y el permanente recuerdo de Gardel impregnan toda la atmósfera de estas aguas teñidas de la albiceleste nacional. Puesto en pie abrazo a mi imaginaria pareja y canturreando Caminito giro, enlazo y trenzo los pocos pasos que me enseñaron a tangear. Atalayón me observa callado y algo sorprendido de mis evoluciones por cubierta, permanece atento al aviso de un mal paso que me haga perder la verticalidad. No percibo riesgo, más bien me hayo en esa nube imaginaria que procedente de las calles bonaerenses me empuja a continuar con mi improvisado baile.
  • Muy bien, pibe. Se ve que andaste enganchado con los acordes del bandoneón y te quedó esa querencia tan porteña
  • Sí, me gusta el tango, ¿viste? Es el baile en el que la pareja se funde entrelazada hasta convertirse en unidad.
Fueron momentos mágicos que aparecieron sin previo aviso y que más tarde se desvanecieron haciéndonos volver a la realidad de nuestra porlongada aventura marinera.
Subíamos de latitud cuando, el miércoles, nos topamos con el borde del anticiclón de Santa Helena que nos auguraba nada bueno. Efectivamente, absorbidos por esa profunda alta presión nuestra velocidad fue decayendo hasta límites de calma chicha, poniendo en jaque mi ansioso temperamento. Timón a estribor, observatorio de mi derredor y ni pizca de aire. Timón a babor y el viento seguía desaparecido. Esta navegación de permanente alerta y escaso resultado está acabando con mi ya limitada paciencia. Imprecaciones, miradas al cielo y muestras de rebeldía me acompañan casi de continuo. Atalayón, consciente de mi desazón intentó reducir la tensión
  • Trasmallo, las zonas de encalmada y ésta es una de ellas, son el más destacados reto al que se enfrenta todo marino a vela. Te encuentras en medio del océano sin viento señalado que mueva tu embarcación. Son momentos difíciles que minan la moral de cualquiera. Sin embargo todo navegante que se precie debe recordar que al entrar en la encalmada ha de procurar armarse de paciencia porque no conoce su permanencia pero si adivinar que siempre, siempre, acaba por desaparecer y dar paso condiciones más favorables. Recuerda: No hay mal que 100 años dure ....ni cuerpo que lo soporte, aunque esta coletilla aquí no aplica. Los plazos son más breves.
  • Si tú lo dices......