Regreso al hemisferio norte


Semana 14. Del lunes 9 de mayo al domingo 15 de mayo
Manteniendo una derrota persistente que intentase economizar millas en provecho del rumbo ideal, Atalayón; aliado con los vientos constantes, transita con agilidad y firmeza las solitarias aguas atlánticas, escudriñando el, cada vez más próximo, horizonte ecuatorial que nos anunciase el cambio de hemisferio. Estos días de rumbos prolongados, con escasas correcciones permiten una mayor atención al compañero para intercambiar las aclaraciones benefactoras, los consejos necesarios y la necesaria alianza de voluntades.
Pasaba la mano por el pujamen de la maltrecha mayor para confirmarme su lastimoso estado, revisaba sus puños de amura y escota donde se habían localizado los daños y comprobaba la integridad de toda la botavara siguiendo el diario ritual de evaluación del estado de todo el aparejo: arboladura, vergas, jarcias y velas. Ensimismado en mis verificaciones escuché que Atalayón me preguntaba:
  • ¿Cómo tenemos la mayor? Desde mi posición le veo rasgaduras y algunos zurcidos descompuestos en los puños.
  • Ya te has dado cuenta. Desde hace más de diez días vengo observando que nuestro trapo anda mermado de facultades pero aguantando. Y es que no me fío de gastar un paquete de reparación, con los pocos que nos quedan y la larga travesía que nos espera.
  • Aciertas con ese criterio. Yo te ayudaré corrigiendo el rumbo si fuese necesario para no perder demasiada velocidad.
  • Ya lo sabía Atalayón. No puedo dudar de tu profesionalidad, Y... ahora que ya traspasamos el Trópico de Capricornio y el Ecuador nos aguarda ¿qué crees tú? ¿volveremos a encalmarnos como en Santa Helena o continuaremos teniendo las bendiciones de estos vientos prolongados y suficientes?
  • Mira Trasmallo, la deducción basada en la lógica y edificada con la expriencia siempre recomienda la mejor manera de navegar, pero ya sabes que : El patrón propone y el viento descompone... en no pocas ocasiones. La caprichosa meteorologíano siempre avisa de sus intencones lo que nos obliga a vigilar sus signos, intuir sus pretensiones y permanecer expectante ante cualquier cambio significativo de la dirección o intensidad de sus vientos asociados.
Como en otras ocasiones las observaciones de mi experimentado colega acertaban en sus juicios provocando me esmerara, aún más, con mis atenciones al mar y al cielo que nos circundaban. Poco a poco nos alejábamos de longitudes americanas para aproximarnos a las africanas. La radio de Dakar, capital del Senegal, nos enviaba los acordes de la música de su ídolo nacional Youssou N'dour mientras nosotros conseguíamos atravesar la raya del Ecuador. Era viernes y retomar a las aguas más conocidas me hicieron guiñar con satisfacción a mi cómplice Atalayón